El proyecto llega por encargo del chef repostero Roberto Gutiérrez, quien apuesta por desarrollar un concepto integral: el primer restaurante de postres en la ciudad de México. La consigna es presentar el sabor dulce como el platillo principal en una cena, a la manera del bar de tapas dulce Espai Sucre en Barcelona y del cual el novel chef ha recibido educación directa.

El espacio se concibe como ausencia, como un entorno neutro que prepare los sentidos para la experiencia gustativa, olfativa y visual del postre al plato. Imaginamos una luz cambiante y suave, como una suave brisa azul por las mañanas, rosa por las tardes, blanca al mediodía, queríamos hacerla espesa que casi se pudiese tocar, como un algodón de azúcar, todo nuestro trabajo giro en torno a ello, a una experiencia simple, mucho más avocada a los sentidos que al diseño.

El proyecto se desenvuelve en la planta baja de una casa colonial en la colonia Roma Norte, de la cual se restauró la fachada principal, removiendo pintura, limpiando y restaurando el trabajo en cantera de la misma. El programa se resuelve con una sola barra de terrazo color “piel” que aprovecha los desniveles existentes para albergar en la primera crujía una tienda- cafetería, el área de montaje en la segunda y un amplio comedor compartido en la tercera crujía a doble altura.